

El espejo ajeno
Una mañana cualquiera, frente al espejo, un hombre se encuentra con su reflejo ajeno. Ya no es el pibe de las figuritas ni el hijo de nadie, sino alguien que aprendió a vivir con la ausencia. Pero hay recuerdos que no se rinden. Mandarinas, mates y una esperanza sencilla: que los viejos vuelvan, aunque sea un ratito.
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Mis viejos no eran perfectos
Una historia Ãntima sobre el amor silencioso de dos padres que, sin discursos ni gestos grandilocuentes, enseñaron a su hijo que el verdadero cariño se encuentra en lo cotidiano: en una mirada, en un carraspeo, en la costumbre de buscar la mano del otro incluso en sueños.
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Los abrazos no van al freezer
Las peleas domésticas, a menudo por trivialidades, son tragedias silenciosas que desgastan los vÃnculos. El verdadero desafÃo no es la disputa en sÃ, sino la incapacidad de pedir perdón. Este acto, que deberÃa ser natural, se evade, dejando un vacÃo más doloroso que el enojo inicial. La vida, como un colectivo que no espera, nos recuerda que no debemos guardar los abrazos, sino darlos a tiempo para evitar la pérdida irreparable de los momentos compartidos.
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Cumplo 57
Una carta Ãntima en la que un hijo, al cumplir 57, brinda por los ausentes: les habla a sus padres, agradece el legado que lo sostiene y reconoce en su familia presente la continuidad de esos gestos que no se apagan.
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