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Papá electricista sin título y sin planos

  • Foto del escritor: Raul oscar López
    Raul oscar López
  • 17 sept
  • 2 Min. de lectura
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Papá era entusiasta.

De esos tipos que, aunque no supieran del todo cómo se hacían las cosas, igual las hacían. Porque sí. Porque "ya le vamos a encontrar la vuelta".

No llamaba a especialistas. Él era el especialista. En todo. Y si se trataba de electricidad, más todavía. Porque papá tenía una lógica propia, un sistema eléctrico paralelo al universo conocido.

En su casa, la electricidad no seguía normas: seguía el ánimo.

Prender la luz de la pieza, por ejemplo, era una experiencia interactiva.

—¿Dónde está la tecla? —preguntabas.

—No, no, no es con tecla —te respondía—. Tenés que enchufar el velador. Pero ojo, el de la mesa de luz del fondo, si enchufás el del escritorio se te prende la cocina.

Y era literal.

Otra: si querías prender el ventilador del techo, tenías que activar la luz del pasillo.

Pero no cualquier tecla. Tenía que ser la de la izquierda, porque la de la derecha abría el portón del garage. A veces.

—Es que lo hice así porque me sobró un cable y no quería tirarlo —te decía, convencido.

Había que vivirlo. Había que estudiar su casa. Tenías que aprender de memoria la coreografía eléctrica. Era como vivir en una escape room diseñada por un jubilado con destornillador.

Lo más lindo es que él lo contaba con orgullo.

Como si hubiera reinventado la energía.

—La corriente está, lo importante es que circule —decía, como si hablara del amor.

Y sí, a veces te daba una patadita si te agarrabas del picaporte con los pies descalzos, pero era parte del encanto.

Su casa funcionaba con lógica de papá.

No con planos.

Y todavía hoy, cuando entro a una habitación y no encuentro la tecla… me acuerdo de él.

Y busco el velador.

1 comentario

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Eduardo López
Eduardo López
18 sept
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Pobre viejo! No tenía los tutoriales de youtube como nosotros!!

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Quién Está Detrás del Blog

RAUL O. LOPEZ

Nací en San Isidro, Córdoba, pero hace años ando instalado en Bahía Blanca.
No me defino como escritor de manual: soy más bien un coleccionista de historias. Algunas me pasaron, otras me contaron y unas cuantas me las inventé para que la vida sea más entretenida.

 

Un día me crucé con la vida olvidada de un granadero de San Martín y terminé escribiendo una novela histórica:

 

Bogado: El Héroe que No Nombran.

 

Eso me enseñó que las mejores historias no siempre están en los libros, a veces están escondidas en un cajón o en la sobremesa de un domingo.

Este blog es mi patio.

Vas a encontrar relatos, recuerdos, ficciones y esas anécdotas que se cuentan bajito, como para que no se escapen.
Algunas te harán sonreir, otras quizás te dejen pensando.

Pasá, sentate y ponete cómodo, dale...

Y si algo de lo que leas te toca, aunque sea un poquito, contámelo.

Porque escribir es lindo, pero compartirlo es mucho mejor.

Si te gustó, ya sabés que hacer...

Acá termina. Y no, no hay escena postcréditos como en Marvel.👋

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