EL ULTIMO GOLPE
- Raul oscar López
- 21 ago
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Actualizado: 22 ago

El tambor late más fuerte que mi pecho.
Me lo aprieta como si fuera un escudo de madera.
El cuero está tenso, huele a humo y a sudor seco.
Mis manos tiemblan, pero sigo golpeando.
¡Tum, Tum, Tum!
Me dijeron que el tambor guía a los hombres.
El mismo Belgrano me lo dijo.
Que sin mi ritmo se pierden.
¡Tum, Tum, Tum!
Cada golpe es un corazón que no se rinde.
No soy yo quien marca el ritmo, es la tierra que tiembla, es la patria que nace con ruido de cuero y palo.
¡Tum, Tum, Tum!
Tengo miedo.
El aire arde, y las balas son pájaros de hierro que me buscan como si supieran mi nombre.
Pero sigo tocando.
Si dejo de tocar, los hombres se quedan solos, y yo no vine a Tacuarí para dejar que se callen.
¡Tum, Tum, Tum!
Cierro los ojos y pienso en mi madre, en el río donde aprendí a nadar, en la risa que se me escapaba en otros días. Quisiera volver, pero no hay regreso: el camino está adelante, en cada tum que retumba más fuerte que el miedo. ¡Tum, Tum, Tum!
Siento el calor en la piel, el tambor ya no pesa, flota conmigo.
Y en el instante en que todo se parte, sé que mi último golpe no se pierde: queda colgado en el aire, como una llama que no se apaga.
¡Tum, Tum, Tum!
Yo era un niño.
Ahora soy tambor.
Y mientras suene, nadie podrá decir que caímos en silencio.
¡Tum, Tum, Tum!
Una luz blanca me quiebra por dentro.
El ruido del mundo se apaga.
Pero mi último golpe resuena: tum...
Quizás, mientras se apaga todo, todavía los guía. …
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